Hemos escuchado varias veces que uno de los factores que incide en el sueño de los bebés es el apego, pero ¿qué es el apego?
Podemos definir el apego como un vínculo afectivo que se establece entre un bebé y sus cuidadores más cercanos, usualmente la madre. Este vínculo empieza a formarse incluso desde el periodo prenatal y se fortalece en la primera infancia.
John Bowlby (1907-1990), un psiquiatra y psicoanalista infantil empezó a desarrollar la teoría del apego donde se establece que estos vínculos primarios que se forman son fundamentales para el desarrollo social, moral, motriz, entre otros, de un bebé. Además, no solo afectan las interacciones de una persona durante su infancia sino que pueden determinar pautas de comportamiento para toda la vida.
Posteriormente, Mary Ainsworth (1913-1999) demostró los postulados de Bowlby y además planteó que los diferentes tipos de apegos dependen de la disponibilidad que tengan los cuidadores cercanos (o la madre) a atender las necesidades de los bebés.
Existen cuatro tipos de apegos: el apego seguro, el evitativo, el ansioso-ambivalente y el desorganizado.
Apego seguro
Este tipo de apego se caracteriza por una respuesta oportuna y empática de los cuidadores a las necesidades de los bebés. Un niño que tiene un apego seguro confía en que sus padres o cuidadores están ahí para él, se siente aceptado y apoyado incondicionalmente y además, siente la tranquilidad de explorar el mundo. Este es el tipo de apego que más le aporta al desarrollo de los niños pues incentiva su autonomía y confianza en sí mismos.
Apego evitativo
El apego evitativo es un tipo de apego inseguro que se genera cuando los padres o cuidadores no atienden las necesidades de los niños. Los padres en estos casos se muestran poco comprensivos a las emociones de sus hijos por lo que estos niños entienden que lo mejor que pueden hacer es evitar o inhibir sus emociones y necesidades afectivas por lo que a largo plazo pueden volverse en personas distantes, desconfiadas y poco empáticas.
Apego ansioso-ambivalente
En este caso los padres o cuidadores son impredecibles ante las necesidades de sus hijos, puede que en ocasiones atienden con prontitud mientras que en otras no están dispuestos a ser un apoyo para sus hijos. Lo que caracteriza este tipo de apego es el cambio y la poca consistencia. Los niños que desarrollan este tipo de apego les cuesta mucho explorar el mundo, son poco autónomos y sufren de ansiedad por separación. Cuando sean adultos pueden tener problemas de confianza en sus relaciones y convertirse en personas dependientes afectivamente.
Apego desorganizado
Los padres que establecen vínculos desde un apego desorganizado usualmente son personas negligentes que no atienden las necesidades de sus hijos y que además pueden llegar a presentar conductas violentas. Estos niños se caracterizan por el miedo constante, estar confusos, buscan y rechazan a sus figuras de cuidado y les cuesta manejar la ansiedad por separación. Este es el tipo de apego que puede dejar mayores repercusiones negativas en el desarrollo de los niños.
Ahora, el apego y el sueño tienen una relación muy estrecha pues dependiendo del tipo de vínculo que se establezca con los niños será más o menos fácil enseñarles a dormir de manera autónoma, tranquilizarse por sí mismos y dormir del tirón. Como lo deben suponer, un apego seguro es aquel que más beneficios trae para el desarrollo psicológico de los peques y que además les brinda la confianza y autonomía necesaria para aprender a dormir solitos.