“Vuelvo a casa después de una jornada laboral con buenas noticias: llevo 5 años trabajando en esta empresa, me encanta mi trabajo y disfruto con lo que hago. Tengo un puesto intermedio y, si cumplo con mis objetivos me han dicho que me darán un cargo de mayor responsabilidad… ¡Qué bien! Llego a casa, comparto la ilusión con mi marido, cenamos (copa de vino incluida) y me voy a dormir que mañana hay reunión y tengo que preparar la presentación a primera hora…

Me levanto por la mañana. ¡Un día más de retraso! Casi mejor si me lo confirma el predictor: dos rayitas, ¿eso qué es? ¡Sí, sí! ¡Estoy embarazada! ¡Qué emoción! Lloro, río, me abrazo con el futuro buen padre. Me visto rápido que llego tarde a la reunión…

Y una vez en la oficina se empieza a nublar la mente… Los miedos e inseguridades se empiezan a apoderar de mí: ¿cómo le voy a decir a mi jefe que estoy embarazada?, ¿cuándo es mejor decirlo?, ¿qué pasará con el ascenso que me dijeron?, ¿podré compaginar este trabajo con el cuidado de mi hijo?”